Combatir la Falta de Motivación en los Niños. A menudo los padres nos sentimos frustrados al comprobar que nuestros hijos no responden a nuestros requerimientos cotidianos, por más que les repetimos las cosas infinidad de veces.
Combatir la Falta de Motivación en los Niños
Nuestro agotamiento crece de forma inversamente proporcional a su receptividad y obediencia. Es el momento de preguntarnos:
– ¿Qué estamos haciendo mal?
– ¿Qué estamos haciendo bien?
-¿Qué nos falta para lograr nuestros objetivos educacionales?
Oyendo al experto filósofo y pedagogo José Antonio Marina, encontramos la clave a nuestro problema: la falta de motivación en los niños.
Según José Antonio Marina, cuando intentamos que los niños aprendan las cosas que nosotros queremos o que para nosotros, los padres o educadores, son importantes, en realidad lo que estamos pretendiendo es que hagan cosas que realmente no les gustan.
Ante la imposibilidad de inventar motivos, no nos queda más recurso que reconducir las situaciones para lograr que el niño encuentre una motivación ante lo que nosotros queremos que haga o aprenda.
Pero como apunta el experto, no debemos olvidar que el niño generalmente responde a tres deseos fundamentales a los que deberíamos recurrir para conseguir reconducir su comportamiento. Estos deseos son:
-El deseo de pasarlo bien y disfrutar.
– El deseo a ser reconocido y apreciado socialmente.
–El deseo de progresar.
Si focalizamos nuestro esfuerzo en conseguir que el niño sienta realizados estos tres deseos a través de los retos que nosotros les planteamos, probablemente habremos despertado su motivación y por ende, contribuido a lograr nuestro objetivo.
Pero, respondámonos a la pregunta ¿qué estamos haciendo mal en este proceso? ¿Por qué esa falta de motivación en los niños?
Para ser sinceros, deberíamos reconocer que la mayoría de los padres en algún momento de nuestra aventura educativa, exigimos en vez de motivar, damos órdenes en vez de alentar, amenazamos en vez de conciliar y en muchas ocasiones, chantajeamos en vez de negociar.
Y cuando recurrimos al razonamiento, solemos entrar en una dinámica dialéctica que a ellos les acaba resultando un auténtico sermón, del que desconectan rápidamente sin atender a lo que les decimos, por más que se lo repitamos mil veces.
¿Cuál es nuestro error ante la falta de motivación en los niños? Que estamos intentando que obedezcan sin proporcionarles una satisfacción al respecto, es decir, sin darles la oportunidad de adquirir una nueva habilidad que les canjee ni uno de los tres “deseos” antes mencionados, que son la llave de su motivación.
Realmente, en estas circunstancias sería prácticamente imposible que un adulto se atuviera a razones, pues pensemos que para nuestros hijos también resulta muy difícil encontrar motivación en estos métodos.
Pero, ¿Qué estamos haciendo bien? Ante todo, preocuparnos por nuestros hijos, atenderles e intentar mejorar cada día como padres.
Y porque sabemos que estos buenos deseos no son suficientes para obtener la ansiada motivación de nuestros hijos, os ofrecemos una serie de pautas y consejos que os ayudarán a hacer las cosas aún mejor.
–Valora sus esfuerzos. Esto le animará a intentar seguir mejorando.
–Aliéntale a intentar nuevos retos aunque falle. Cuando lo consiga, ganará enormemente en su autoestima.
–Muéstrale soluciones ante sus errores, sin enfatizar en estos. Esta actitud hará de él una persona optimista y resolutiva.
–No juzgues sus actos, ni siquiera para alabar; deja que él saque sus propias conclusiones. De esta manera, él tendrá el poder y la confianza necesaria sobre sus actos.
–Pregúntale cómo se siente tanto ante sus propios errores como ante sus éxitos o aciertos. Es mucho más gratificante y enriquecedor para él a largo plazo, sentirse orgulloso de sí mismo a que lo hagan los demás.
Y por último, en este recorrido por la motivación de nuestros hijos en pos del aprendizaje, hemos de preguntarnos ¿Qué nos falta? Nos falta el convencimiento de que hemos de motivar a nuestros hijos no sólo cuando hacen las cosas bien, sino también cuando las hacen mal.
De este modo, les inculcaremos que en el esfuerzo por mejorar encontrarán la gratificación del progreso personal, el reconocimiento de los demás y de sí mismos ante sus logros, y a sentir y disfrutar del placer de aprender cosas nuevas.
Nuestro progreso como padres y educadores pasa por cambiar nuestros planteamientos, intentar ofrecerles la motivación necesaria para que a través de la confianza y autogestión sepan crecer emocionalmente, tanto de sus errores como de sus aciertos, sin sentimientos de culpa y sin inseguridades.
Para nosotros será un enorme descanso emocional y mental, darles a ellos el poder –siempre supervisado y guiando sus pasos- de elaborar su propio juicio y desarrollar herramientas personales que les ayudarán a ser niños y en un futuro adultos, felices y seguros de sí mismos.
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