Saber cómo educar con firmeza y cariño es clave para fomentar la empatía en niños y su propia autorregulación. Todo ello hará que estos se sientan más seguros, felices y disfruten de un adecuado equilibrio emocional. La educación positiva es el camino para hacer del niño una persona empática con autodisciplina, feliz, consciente de sus obligaciones y necesidades y mentalmente equilibrada.
La teoría constructivista y la disciplina positiva
La teoría constructivista afirma que el conocimiento no se descubre, se construye. Educar en positivo es el modo de ayudar a los pequeños a convertirse en adultos responsables, respetuosos, felices y llenos de recursos para afrontar la vida en todos sus ámbitos y circunstancias.
3 claves para aprender cómo educar con firmeza y cariño
Asertividad y empatía son claves para aprender cómo educar con firmeza y cariño. Un discurso serio pero amable, la capacidad para conocer los ritmos del niño y hacerle comprender desde la escucha activa y con el ejemplo los valores y el aprendizaje de hábitos diarios básicos. Este es el modo de lograr que un niño sea autodisciplinado. También para que sea capaz de la autorregulación emocional que mejore su comportamiento. Ello le permita ser más feliz ahora y en el futuro.
Evita las luchas de poder
Adecuar los ritmos de los pequeños y los adultos a cargo de ellos, utilizar el ejemplo y la empatía y crear procesos que muestren al niño cómo actuar son claves para evitarlos. Crear rutinas es una buena ayuda para solicitar su colaboración y evitar las luchas yo mando o yo me rebelo.
Por ejemplo, construir con él una rutina de acciones para la hora de acostarse. De igual modo que a la hora de señalar a qué hora debe tener lugar cada una de ellas. Por ejemplo, ponerse el pijama, dar las buenas noches a la familia, acostarse, contar un cuento, apagar la luz, etc. Señalándolo con fotografías o dibujos y colocar al lado el reloj ayudará a que ellos mismos se autorregulen y cumplan con el horario establecido.
Céntrate en las virtudes y no en los defectos
El refuerzo positivo sin elogio vano contribuye a la autodisciplina infantil. Por ejemplo, cuando el niño aprende a cepillarse los dientes y lo hace bien, pero deja el suelo del baño mojado, el lavabo sucio, las pasta abierta y su cepillo sin guardar. Puedes centrarte en lo negativo y lograr que sea reticente a este hábito de higiene y salud diario. O puedes decirle lo que ha hecho bien (cepillarse él solo, hacerlo cuando se le ha dicho) y preguntarle si cree que podía haber hecho algo más. Haz la pregunta de modo firme pero cariñoso, no como crítica sino para que el niño comprenda qué es a lo que realmente te refieres.
Educar con firmeza y cariño es más sencillo cuando aprendes el modo de formular las preguntas para obtener la respuesta que deseas. ¿Cuáles de estas preguntas crees que tendrían una respuesta más positiva por parte de tu hijo?, ¿y una mejor influencia en su comportamiento en los días siguientes?: Ahí van: «¿Tenías que dejar el cuarto hecho un asco?» «¿Crees que podrías hacer algo más cuando termines de cepillarte los dientes para que el baño quede limpio?» «¿Quieres aprender qué hacer después de cepillarte los dientes para dejar el baño recogido?»
Diseñad rutinas juntos para los hábitos diarios
Las rutinas aportan seguridad a los niños. Son un modo sencillo de que se sientan cómodos, protegidos y aprendan cómo actuar. Además, favorecen su colaboración y el aprendizaje. Diseñarlas mano a mano con ellos le ayudará a ganar confianza, autodiscplina y a ser más colaborador.
No se trata de que sea el niño el que diga cómo y cuándo se harán las cosas. Pero sí de que colabore en ellas. En ocasiones es tan sencillo como darle dos opciones entre las que elegir. O también dejar que tome algunas decisiones poco relevantes como equilibrio a las decisiones relevantes que impongan los adultos.
Por ejemplo, ¿prefiere ponerse primero el pijama y después dar las buenas noches a la familia o dar las buenas noches y luego ponerse el pijama en su habitación? Realmente decisiones de este tipo no alteran lo importante. No obstante, tienen un efecto positivo en ellos, mejora su autoestima y seguridad. Por ello, al haber sido parte activa del diseño de la rutina raramente se opondrá a ella en el futuro.
Esfuérzate por salvar las barreras comunicativas
Te sorprendería la cantidad de ocasiones en las que los niños no realizan una acción porque realmente no comprenden lo que se espera de ellos. Cuando un niño es tenido en cuenta es el momento en que percibe que es útil y valorado. Si nota el esfuerzo que se hace por contar con su colaboración, este pondrá de su parte para comprender y modificar su modo de comportamiento.
Comprobarás cómo educar con firmeza y cariño tiene su respuesta positiva en tu hijo. Aprenderá a ser más colaborador, mejorará su autoestima, será capaz de su autorregulación emocional y su autodisciplina.
La disciplina positiva para preescolar es un trabajo que debe realizarse en el ámbito escolar y en el familiar. Se trata de no confundir al niño. Así como lograr los aspectos positivos que tiene la educación basada en la firmeza y el cariño.
El cariño fortalece la unidad
Educar desde el cariño sin caer en la permisividad y la laxitud de las formas es un modo de generar confianza, amor y seguridad. El contacto físico de un abrazo mitiga el dolor y reduce la agresividad. Educar sin violencia es clave para criar niños felices, emocionalmente equilibrados y autónomos.
Saber cómo educar con firmeza y cariño implica ser conscientes del valor de ambas. Crear una relación sólida y evitar peleas infantiles entre el adulto y el niño es básico para que él se sienta seguro. Y para que comprenda que cuando se le dice algo o se pide su colaboración se le está solicitando una ayuda que estará encantado de dar.
Aprender cómo educar con firmeza y cariño es una cuestión que se va aprendiendo día a día. Esta se ve más sencilla cuando uno comprueba cómo el niño responde ante ella de manera positiva y siendo más feliz.