Nuestra relación con los alimentos influye en cómo nuestros hijos se relacionan con ellos. La influencia que tenemos, el ejemplo que damos y las decisiones que tomamos, son claves para su actitud.
Empatizar y ponernos en sus zapatos es esencial para comprender esto. Y analizar nuestra relación con los alimentos es el primer paso para lograr que nuestros hijos tengan una relación sana con la alimentación.
Nuestra relación con los alimentos y cómo influye en nuestros hijos.
Que educar con el ejemplo es importante es algo que ya sabemos. Pero a veces nos cuesta extrapolarlo a todos los aspectos de la vida. Uno de los más importantes es la alimentación, por cómo esto influye en la salud física, en la psicológica y en otras parcelas del desarrollo de la persona.
Nuestra relación con los alimentos depende en buena medida de cómo se nos ha educado. Y de nuestras experiencias a lo largo de toda la vida. Por eso, antes de plantearnos más, es importante que la analicemos. Porque así sabremos si es la relación que queremos que nuestros hijos tengan con la comida o qué debemos cambiar en nosotros mismos para transmitírselo a ellos.
El alimento en la exploración de los sentidos.
Para los adultos, alimentarse equivale a aportar al cuerpo los nutrientes que necesita. A veces, también es una experiencia sensorial. A menudo, solamente un hábito necesario para el organismo.
Para los más pequeños, el alimento es un medio más de exploración del mundo y de sus propios sentidos. Puede que lo huela, lo chupe, lo estruje, lo succione, lo desmenuce… Y la tentación es prohibirle jugar con la comida porque no entendemos lo importante que es para el bebé.
Es esencial comprenderlo y tenerlo en cuenta para no coartar ese comportamiento en nuestro hijos.
Las imposiciones causan reacciones poco saludables.
Toda acción conlleva una reacción. Y la acción de imponer, no suele conllevar una reacción muy positiva.
Imponer la obligatoriedad de comer un alimento, una cantidad determinada o la prohibición de ciertos alimentos sin una explicación añadida no es buena idea.
Nuestra relación con los alimentos y cómo apoyar a nuestros hijos.
¿Todos los días tienes el mismo hambre? ¿Siempre tomas a la misma hora idéntica cantidad de alimento? ¿No hay días en que tienes menos apetito o más desgana? ¿En los que un tipo de alimento te apetece más o menos, o mucho o nada? ¿Acaso no hay alimentos que no te gustan y evitas?
Sin embargo, es habitual que los adultos impongamos a los niños alimentos, raciones y horarios. Sin escucharles.
Examinar nuestra relación con la comida es importante. Y entender y apoyar que cada día es diferente para nosotros y para ellos, también.
El miedo a probar cosas nuevas no solo está presente en la infancia: nuestra relación con los alimentos desconocidos.
Muchos adultos son reacios a probar alimentos desconocidos. Pocos admitirían comer con los ojos cerrados algo que no saben qué es, qué pinta tiene o de dónde procede. El olor, el aspecto, lo que sabemos sobre un alimento influye en nuestra actitud hacia él.
Y, sin embargo, no entendemos que los niños y niñas actúen de forma similar. Introducir un producto nuevo en la alimentación del bebé puede suponer todo un reto para ellos que en muchas ocasiones abordan con miedo o precaución, y no solo con curiosidad.
Consejos para una buena relación con la comida desde la infancia.
- La televisión y otros estímulos no son la mejor compañía para lograr una alimentación consciente y saludable.
- Presta atención a las señales para respetar el principio de alimentación a la demanda. No solo los primeros meses de vida del bebé.
- La libertad de movimiento en la etapa de 0 a 3 años también abarca el momento de la alimentación. Será el niño o niña el que decida cuándo sentarse con los demás.
- Convertir el momento de la comida o cena familiar en un momento agradable es clave para su buena relación con los alimentos.
- Confiar, observar, ser consciente de sus necesidades, de sus etapas y apoyar a nuestros hijos es esencial.
- Buscar su colaboración en la preparación de alimentos es una buena decisión.