Aunque existen diferentes teorías sobre la conveniencia o no del uso de chupete en los bebés, lo que es un hecho indiscutible es que el ser humano posee un reflejo de succión innato que le asegura la capacidad de alimentarse chupando.
El Chupete sí o no
Este reflejo de succión es fundamental en los primeros meses de vida del niño, pero numerosos estudios revelan que lo recomendable es que vaya desapareciendo alrededor del año.
La cuestión es que al bebé, no sólo le aporta autonomía para lograr el alimento sino que también encuentra en esa succión una forma de calmarse, asociada al placer de recibir alimento.
Si además, añadimos que habitualmente el proceso alimenticio de un bebé se da en brazos de su madre o adulto que lo acuna, le proporciona calor y seguridad y que el cuerpo segrega sustancias naturales como la endorfina que aportan relajación y placer, es completamente entendible que succionar sea tremendamente apetecible y agradable para el niño.
Del mismo modo, algunos estudios afirman que el uso del chupete en el desarrollo inicial del niño puede prevenir la muerte súbita del bebé. Sin embargo, se aconseja no ofrecer el chupete al lactante antes del mes o mes y medio de vida para que adquiera la habilidad de alimentarse mediante la lactancia materna.
Pero cuando el niño ya ha comprobado los beneficios del chupete, resulta una difícil misión que se desacostumbre a usarlo y lograr este objetivo requerirá de grandes dosis de paciencia y tiempo.
A partir del año y medio de vida el niño debe ir abandonando el hábito del chupete y no debería usarlo más allá de los dos años –y por supuesto nunca llegado a los tres años en que empieza la Educación Infantil- pues puede acarrearle problemas dentales, ralentizar su función del habla y dificultar su integración social con otros niños.
Consejos para ayudarle con el chupete
Como uno de los principales alicientes que el niño encuentra en el uso del chupete es la satisfacción y el placer, nuestra táctica debería enfocarse a encontrar otras actividades que le proporcionaran esas mismas sensaciones; el juego y la diversión serán nuestros mejores aliados.
- El primer paso es esconder el chupete con el fin de intentar que se le olvide en la medida de lo posible y no lo eche de menos.
- Cuando se dé cuenta y lo reclame, dáselo sólo un ratito hasta que se calme y vuélveselo a retirar entreteniéndole con algún juego.
- Pasados unos días, cuando lo reclame ofrécele otra cosa que le ayude a calmarse y así irá poco a poco asociando otros objetos a esa tranquilidad y relajación que le proporcionaba el chupete.
- Refuérzale con palabras de cariñosas de felicitación cada vez que esté sin chupete, ara que obtenga su premio emocional con ello.
Declara la guerra al chupete
Además de los consejos anteriores, desde los Solecitos te proponemos un plan de emergencia que consiste en emplear trucos para favorecer que tu hijo se olvide definitivamente del chupete.
- Negocia con él: cada vez que lo reclame cámbiaselo por otra cosa más atractiva, algo que le guste mucho a cambio de que lo guarde sin ponérselo.
- Tunea la tetina: córtala varias veces, con cuidado de no dejar trozos sueltos, para que al succionar sus sensaciones no sean tan agradables.
- Hazle sentir mayor: Intercambia algún regalo especial si él le regala a cambio su chupete a otro niño más pequeño o a cualquier muñeco.
- El ratoncito Pérez de los chupetes: Echa mano de tu imaginación e invéntate la historia más fantástica que se te ocurra para que si deja en la mesilla el chupete por la noche, le será recompensando por un ser mágico con un regalo especial por ser ya un niño muy mayor.
Pero por encima de todo, se paciente con tu hijo y dale tiempo para que se vaya adaptando a esta nueva etapa. Ayúdale a superarla con cariño, ofreciéndole seguridad y comprensión, buscando un momento de tranquilidad familiar para que este cambio no suponga una inquietud añadida en su corta vida.
Verás como él mismo sentirá la satisfacción de ir superando pruebas, de sentirse mayor y autónomo y el valor de obtener una recompensa merecida tras un esfuerzo.