¿Conocéis la teoría del movimiento libre o teoría Pikler? Aunque desarrollada en 1946 en Solecitos sabemos que cada vez más profesionales y familias se adhieren a la teoría que expresó en su libro «Moverse en libertad: desarrollo de la psicomotricidad global». Y forma parte de nuestra metodología.
Emmi Pikler aboga en ella por no forzar el movimiento y las posturas para un adecuado desarrollo psicomotor. Sus estudios se centraron sobre todo en niños de 0-3 años, con los que trabajaba en el orfanato que dirigía. Aunque lo cierto es que son aplicables también a mayor edad.
¿Cuáles son los principios básicos del movimiento libre o teoría Pikler?
Autonomía y movimiento libre.
En síntesis: busca la naturalidad del movimiento, que el bebé se desarrolle a su propio ritmo. Sin forzarlo o tratar de acelerar fases de ningún modo. Una de sus bases desde el nacimiento del bebé indica la importancia de no colocarle en una postura que no sepa adoptar él por sí mismo. Ni de la que no sepa salir del mismo modo.
¿Cómo se aplica la no intervención en el movimiento libre? A los bebés que no son capaces de hacerlo por sí mismos:
- No se les coloca boca abajo
- No se les sienta
- No se les incita a gatear de ningún modo
- No se les pone de pie antes de que adopten esa posición por sí solos
- No se les da la mano para hacerles caminar antes del momento en que están preparados para hacerlo.
Otra clave para aplicar el movimiento libre es evitar todo aparato que limite al movimiento del bebé a su libre albedrío. Para ello se evita dejar a los niños en hamacas, andadores, tronas, cochecitos o atados a sillitas de paseo.
Proporcionar a los niños un espacio adecuado y ropa cómoda es necesario para que desarrollen el libre movimiento.
Cuidado con respeto y apego
La figura del cuidador es muy importante en el movimiento libre Pikler. Pero no es la figura a la que estamos acostumbrados, aquella que trata de acelerar el desarrollo del niño. En este caso apoya y acompaña al pequeño respetando sus ritmos y sin forzarle a modificarlos. El cuidador también debe supervisar el movimiento fluido para intervenir solo cuando realmente es necesario, dejando que actúe con libertad el resto del tiempo.
El apego sólido, el afecto y la supervisión son claves. Los niños aprenden a comunicarse y mostrar lo que desean. Y el conocimiento sobre cada uno permite saber qué quiere. Cuando mueve los brazos de un modo para ser cogido en brazos, por ejemplo.
La comunicación es una vía de doble sentido. El cuidador debe comunicar al niño qué va a hacer antes de intervenir. Con suavidad, cariño y de forma sencilla y clara. Por ejemplo, decir «Te voy a lavar», mostrando ante él la esponja, hace que rápidamente identifique qué va a pasar a continuación. Esperar unos segundos a que haga ese clic y se muestre receptivo es muy beneficioso para su desarrollo.
El ambiente y el acompañamiento son claves para su desarrollo físico y cognitivo.
Salud física y juego para el autodescubrimiento y para desarrollar la creatividad
El juego libre es tan importante como el movimiento libre para el óptimo desarrollo físico y cognitivo de los niños y niñas de 0 a 3 años. Para fomentarlo se deja al alcance de los niños materiales seguros y desestructurados. Pero no se le dan indicaciones ni se imponen normas sobre su uso.
Explorar por sí mismo el entorno y su propio cuerpo junto a todo lo mencionado anteriormente ayuda al niño a ganar autoconfianza. Proporcionándole un espacio adecuado, cómodo y sin abusar de estímulos exteriores, le permite crecer jugando, tomar sus propias decisiones y desarrollar su creatividad.